El siguiente de la serie de Haiwans que hemos probado este año, es este de la serie naranja. Un té madurado de dos a tres años antes de salir al mercado. Una torta de 357 gramos, con abundantes brotes dorados y con una fragancia aterciopelada que saluda al bebedor diciéndole que está a punto de pasar el umbral de una puerta sin retorno. A partir de aquí uno no puede aceptar beber cualquier cosa. No puede permitir que el paladar se contamine habiendo experimentado una unión perfecta entre intensidad de sabor, aroma, ausencia de astringencia, dulzura, suavidad al tacto, sin turbidez y permanencia del sabor en boca.
Después de tomar seis tazas, el corazón se empieza a poner contento. El pulso baila un poco pero no explotamos. La energía se mantiene y no nos agotamos.